viernes, 24 de abril de 2020

Pandemia, pánico, aislamiento…Alternativas…



Claudia Yadira Caballero y Luis Lopezllera Méndez.

Nuestras reflexiones en común para apoyar procesos sociales autonómicos y alternativos al sistema neoliberal que nos domina resultan muy importantes y urgentes. Dado que sufrimos inconfesas e interminable guerras destruyendo humanidad y medio ambiente.
Tenemos hoy a la vista una pandemia de alcance mundial por la cual se nos aísla atemorizados por la posibilidad de morir infectados por el coronavirus  Este temor cunde tanto en las clases dominantes como en las sometidas. Es notable que las instituciones de poder político, económico y cultural son manejadas para evitar la muerte entre sus beneficiarios y seguidores, movilizando masas y  utilizando valores humanistas en vistas a legitimar y asegurar tales poderes.

Uno se pregunta  ¿y por qué no se han movilizado con la misma voluntad y enjundia cuando se trata de la mortandad que la economía neoliberal ha estado perpetrando entre y contra las clases mayoritarias así como ha estado destruyendo el medio ambiente que sostiene la salud mundial? La pandemia viene a destacar estructuras injustas de poder donde los privilegiados ahora sí  movilizan a todo mundo pues temen por sus propias vidas y sus negocios e intereses.


Las medidas tomadas contra el coronavirus han buscado mitigar los casos de infección, pero no se han preocupado por cuestionar el sistema económico-social que contribuye a que un virus de ese tipo se propague tan aceleradamente. Algunos ecologistas y analistas más agudos han señalado como factores de riesgo la pérdida de biodiversidad o los efectos perversos de las granjas industriales (ver artículo de Silvia Ribeiro[1]). Las megaciudades son ambientes enfermizos donde los virus de la violencia y el pánico se esparcen por igual.  Por otro lado la salud cercenada de los distintos ámbitos de la vida, es una gran mentira. Se han dejado los hábitos de alimentación al mercado, a merced de empresas altamente contaminantes de la naturaleza y de la personas. Tenemos un sistema de salud que no se preocupa por fortalecer  la vida, sino que con miedo a la muerte esteriliza, y artificialmente crea soluciones con peores consecuencias.
Ante el grave colapso económico que esta pandemia generará políticos y economistas proponen mitigar los efectos del freno al consumo, sin cuestionarse la economía del consumo. Buscan soluciones que revitalicen el sistema económico, desconociendo los problemas de injusticia y agotamiento del planeta que ya vivíamos. Las voces de los expertos del sistema abogan por el rescate de empresas contratando deuda pública, con ello nos condenan a revivir la crisis del 2008 donde millones de personas en muchos países han soportado por más de 10 años políticas de austeridad que han vuelto al mundo más injusto e inseguro.
Se tienen oídos sordos a medidas orientadas a redistribuir recursos, como impuestos progresivos a los más ricos (propuesta avalada por Thomas Piketty), impuestos a las especulaciones financieras (el impuesto Tobin  ha sido bandera de movimiento reconocidos como ATTAC [2]) o aún más contundente, la abolición de deudas ilegítimas (Eric Toussaint promueve el Comité por la Abolición de las Deudas Ilegitimas). Las propuestas que hacen falta no estará principalmente en manos de los hacedores de políticas, ellas vendrán de los movimientos sociales y de múltiples redes que por más de 40 años han experimentado  formas de vida alternativas a la lógica de acumulación de capital, deuda y consumismo.
La pandemia nos hace conscientes de la fragilidad de la especie humana y de sus contradicciones milenarias, mismas que las grandes religiones no paran de denunciar, baste recordar en las tradiciones monoteístas, judías, cristianas e islámicas, los relatos del paraíso perdido, el asesinato de Abel por Caín, el Diluvio Universal, la Torre de Babel, los Profetas, unos sacrificados y otros falsos, etc., etc.
Para resolver la pandemia necesitamos renovar una ética que nos libere de mentiras y simulaciones que suelen producir distopías, donde los bienes comunes sean protegidos y compartidos de manera solidaria, con equidad y más aún, con gratuidad y entrega de sí mismos sin regateos ni reservas. En medio de guerras letales resultado de los egoísmos y de la misma estupidez que encontramos en el maniqueísmo y la ambición, no será  el temor lo que nos cuide más sino el amor por una vida mancomunada, aplicando una épica que sin violencia logre la conversión del mal en bien y aporte seguridad y autodefensa de la vida propia y la de nuestra especie.
Esta pandemia conmociona a todos los habitantes del planeta Gaia, aproximadamente 8,000 millones. Estamos mayoritariamente envueltos en un sistema neoliberal que desde la década de los años 80 viene explotando naturaleza y sociedad a través de las instituciones del Estado y del Mercado. Estas han sometido a las poblaciones a la división privilegio/marginación, que repite de nuevas maneras lo que las guerras no han logrado desaparecer jamás.  
Como señala Franco Berardi ‘Bifo’, hay dos caminos: O salimos de esta crisis más “solos, agresivos y competitivos” o salimos “con gran deseo de abrazar, de solidaridad social, de contacto, de igualdad”… O tendremos una sociedad destruida en su competencia egoísta o una sociedad solidaria, recreada y capaz de abrazarse
En  LA OTRA Bolsa de Valores  (1990-2000) abogamos por distinguir las pequeñas iniciativas de la gente por vivir de manera digna ante los grandes proyectos generados por las instituciones triunfales en el siglo XX, ya fueren capitalistas (occidente) o socialistas (oriente). Nuestra corriente prosperó mucho tras los movimientos del 1968 que cuestionaron la guerra de Vietnam así como espectáculos enajenantes propiciado por los medios de comunicación. 
Desde entonces decimos que hay tres valores importantes que hay que fomentar con la gente consciente: Identidad, Seguridad y Sostenibilidad. Una identidad lograda por su fusión con aquellos ecosistemas que le garantizan la vida desde la cuna (matrias) y sus valores primigenios; una seguridad garantizada por autodefensas ante los agentes explotadores y agresores; una sostenibilidad utilizando memorias de valor (dineros comunitario) que facilitan los intercambios de satisfactores sin depender de un dinero endeudador, arbitrario y acumulativo.
Es clave el concepto de Ecosistema para  mirar  las  mismas regiones con nuevos ojos. Como propone Enrique Leff[3], deconstruir la racionalidad actual en favor de otra racionalidad ecológica.  Esta nueva forma de entender y concebirnos en el mundo tendrá  que privilegiar los límites establecidos por la naturaleza, concebir la vida social arraigada a las extensiones propias de un ecosistema.
El ecosistema no lo buscamos en conceptos teóricos determinísticos, porque no se puede ni se debe separar a la comunidad biológica de la comunidad humana. El ecosistema es complejo y caótico, diverso en cualidades y escalas, inacabado e imperfecto; es un continuo proceso donde se va tomando conciencia del habitar, las posibilidades y límites de la vida humana  que busca reequilibrarse con su Espacio, Tiempo y Energía.
Esta visión ha implicado tres décadas de labor dentro y fuera del país y que nos ha permitido reconocer, a escala micro, miles de experiencias comunitarias, sin fronteras nacionalistas, que hoy se encuentran amenazadas ante los aislamientos que las autoridades gubernamentales están recomendando y hasta imponiendo mediante prohibición de convivencias y hasta posibles toques de queda y estados de excepción. 
En estas líneas nos limitamos a proceso ubicados en una de la megalopolis más problemática del mundo. Encontrar ecosistemas en la Ciudad de México podría parecer una tarea imposible, dada la desquiciada lógica de crecimiento oprimiendo cualquier forma de vida. Tendremos que avizorar las posibilidades ecosistémicas a partir del deseo de existir, del devenir creativo de mujeres y hombres que transgeneracionalmente luchan por mantener la vida en sus lugares.
Algunos ejemplos de experiencias ecosistémicas autonómicas en la Cuenca  el Valle de México y sus alrededores:
-         Casa Armaluz, Cuajimalpa. Espacio ecológico con un enfoque en la cosecha de agua y sus diversos usos (cultivo de alga espirulina, cultivo de langostino, riego de bosque demostrativo, lago de patos con producción de huevo). Acompaña a cinco pueblos originarios buscando generar mecanismos de autodeterminación de su territorio. Arturo Caballero.
 -Cooperativa Palo Alto. Cooperativa de vivienda histórica resistiendo ante el gran capital concentrado en Santa Fe. Luis Marques
 -Asamblea de los Pueblo Originarios del sur de la Cuenca del Valle de México. Exigen el reconocimiento y respeto en la autodeterminación de sus comunidades para detener y revertir el despojo, contaminación y explotación. Luis Bustamante.
 -Xochicalli in teotl, San Lucas Xochimanca. Una experiencia de soberanía alimentaria donde se mantiene un invernadero, una granja productora de humus de lombriz y una huerta de autosuficiencia. Alán López
 -San Pedro Atlapulco. Comunidad otomí rescatando salud natural, siembra de Milpa, filosofía otomí y ensayos de intercambio y moneda comunitaria. Roberto Villa.
-Huerta Vida Digna, Zoyatzingo, Amecameca. Una filosofía integral de convivencia y producción con animales. Produce huevos de gallina, pato, hongos setas y una huerta de autosuficiencia. Víctor Bernal

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- Huerto Tlatelolco. La asociación Cultiva Ciudad mantiene este espacio dando diversos talleres, cultivando alimentos variados donde las familias pueden ir a cosechar sus propias verduras. Gabriela Vargas
-  Huerto Roma Verde. Un espacio referencia para talleres, charlas, exposiciones, actividades artísticas  con temática ecológica. Piero Barandarian
-  Huerto Narnia. Espacio verde rescatado entre el comercio voraz de un Waltmart, fomentan con charlas, talleres y actividades ecológicas.
- Huerto Azcapotzalco. Al norte de la ciudad mantienen cultivos de diferentes variedades de hortalizas y realizan baños de temazcal. Claudia Chávez
-  Verde Santa María. Huerto urbano en la azotea de una vieja casa en Santa María la Ribera, además cultiva alga espirulina y realizan una gran cantidad de productos de higiene, cosmética natural y salud. Claudia Chávez
-  Casa Gallina. Realizan diversas actividades para fomentar las buenas relaciones vecinales. Tienen un huerto en el interior, ofrecen espacios de convivencia para vecinos, charlas, proyecciones de película y un espacio donde se prestan herramientas, instrumentos, etc. Josefa Ortega
-  Multitrueke Mixiuhca, centro de la ciudad de México. Diez años usando una moneda comunitaria, creando una comunidad interdependiente de prosumidores. Janice Alva, Tavo Mejía
- Casa de las Sábilas, Nezahualcóyotl. Espacio de encuentros solidarios donde utilizan para los intercambios una moneda comunitaria llamada “sábila”. Gilda Gallegos
- Cuajisol, Cuajimalpa. Circuito económico solidario en el poniente de la ciudad. Juana Recinos
- Diversas experiencias de salud femenina, comunitaria y tradicional, se reúnen en círculos de salud o dando charlas y talleres a comunidades o en brigadas de salud. Demetria Cano, Ema Villanueva y Cristina Lavalle.
 - Escuelita. Espacio de estudio, reflexión y praxis, cuenta con una amplia y diversa biblioteca y hemeroteca transdiciplinaria. Ofrece conversatorios, talleres y charlas presenciales y en internet. Claudia Caballero y Luis Lopezllera. Tláloc 40 int 3, Col. Tlapana, Alcaldía Miguel Hidalgo, a dos cuadras del metro Nornal. Tel 67 29 14 51

Necesitamos encontrar alternativas que nos permitan sortear los pronósticos de pocos o muchos meses de protocolos que procuran que  todos nos aislemos para que, luego de ser controlada la pandemia, todo siga igual…aprendamos a distinguir ecosistemas, en el mundo, en nuestra región y en nuestras ciudades y poblados. Adoptemos lemas como “Solitarios no, Solidarios si”.
La iniciativa del Ecomún forma un tejido, un “rizoma” a partir de la creación de un vale que transforma el dinero capitalista, tóxico en un dinero comunitario, abono para las experiencias ecosistémicas. Además promueve el intercambio entre “prosumidores” conscientes de la necesidad de una profunda transformación humana. Transformación o conversión, que se lleva a cabo a partir del acto de compartir, de ofrecer lo necesario (tiempo, dedicación, espacios, dinero) de comprometerse enteramente con una sociedad consciente.
Esta es una invitación a dialogar conjuntamente, a involucrarse prácticamente… Les seguiremos provocando en próximas entregas con más elementos para reflexionar, a sabiendas que después de esta crisis desatada por el coronavirus… el mundo no será igual, ¿será esta una oportunidad para que emerja lo mejor de cada quien  y cambiar de raíz el sistema que nos destruye?
Ciudad de México, Abril 3, 2020.


[3] Leff, Enrique. “Ecología Política. De la deconstrucción del capital a la territorialización de la vida”. SXXI, México 2019

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