Claudia Yadira Caballero y Luis Lopezllera Méndez.
Nuestras reflexiones en común
para apoyar procesos sociales autonómicos y alternativos al sistema neoliberal
que nos domina resultan muy importantes y urgentes. Dado que sufrimos
inconfesas e interminable guerras destruyendo humanidad y medio ambiente.
Tenemos hoy a la vista una
pandemia de alcance mundial por la cual se nos aísla atemorizados por la
posibilidad de morir infectados por el coronavirus Este temor cunde tanto en las clases
dominantes como en las sometidas. Es notable que las instituciones de poder
político, económico y cultural son manejadas para evitar la muerte entre sus
beneficiarios y seguidores, movilizando masas y utilizando valores humanistas en vistas a
legitimar y asegurar tales poderes.
Uno se pregunta ¿y por qué no se han movilizado con la misma
voluntad y enjundia cuando se trata de la mortandad que la economía neoliberal
ha estado perpetrando entre y contra las clases mayoritarias así como ha estado
destruyendo el medio ambiente que sostiene la salud mundial? La
pandemia viene a destacar estructuras injustas de poder donde los privilegiados
ahora sí movilizan a todo mundo pues
temen por sus propias vidas y sus negocios e intereses.
Las medidas tomadas contra el
coronavirus han buscado mitigar los casos de infección, pero no se han
preocupado por cuestionar el sistema económico-social que contribuye a que un
virus de ese tipo se propague tan aceleradamente. Algunos ecologistas y analistas
más agudos han señalado como factores de riesgo la pérdida de biodiversidad o
los efectos perversos de las granjas industriales (ver artículo de Silvia
Ribeiro[1]).
Las megaciudades son ambientes enfermizos donde los virus de la violencia y el
pánico se esparcen por igual. Por otro
lado la salud cercenada de los distintos ámbitos de la vida, es una gran
mentira. Se han dejado los hábitos de alimentación al mercado, a merced de
empresas altamente contaminantes de la naturaleza y de la personas. Tenemos un
sistema de salud que no se preocupa por fortalecer la vida, sino que con miedo a la muerte
esteriliza, y artificialmente crea soluciones con peores consecuencias.
Ante el grave colapso económico
que esta pandemia generará políticos y economistas proponen mitigar los efectos
del freno al consumo, sin cuestionarse la economía del consumo. Buscan soluciones que revitalicen el
sistema económico, desconociendo los problemas de injusticia y agotamiento del
planeta que ya vivíamos. Las voces de los expertos del sistema abogan por
el rescate de empresas contratando deuda pública, con ello nos condenan a
revivir la crisis del 2008 donde millones de personas en muchos países han
soportado por más de 10 años políticas de austeridad que han vuelto al mundo
más injusto e inseguro.
Se tienen oídos sordos a medidas orientadas a redistribuir recursos,
como impuestos progresivos a los más ricos (propuesta avalada por Thomas
Piketty), impuestos a las especulaciones financieras (el impuesto Tobin ha sido bandera de movimiento reconocidos
como ATTAC [2])
o aún más contundente, la abolición de deudas ilegítimas (Eric Toussaint
promueve el Comité por la Abolición de las Deudas Ilegitimas). Las
propuestas que hacen falta no estará principalmente en manos de los hacedores
de políticas, ellas vendrán de los movimientos sociales y de múltiples redes
que por más de 40 años han experimentado
formas de vida alternativas a la lógica de acumulación de capital, deuda
y consumismo.
La pandemia nos hace conscientes de la fragilidad de la especie humana y
de sus contradicciones milenarias, mismas que las grandes religiones no paran de
denunciar, baste recordar en las tradiciones monoteístas, judías, cristianas e
islámicas, los relatos del paraíso perdido, el asesinato de Abel por Caín, el
Diluvio Universal, la Torre de Babel, los Profetas, unos sacrificados y otros
falsos, etc., etc.
Para resolver la pandemia
necesitamos renovar una ética que nos libere de mentiras y simulaciones que
suelen producir distopías, donde los bienes comunes sean protegidos y
compartidos de manera solidaria, con equidad y más aún, con gratuidad y entrega
de sí mismos sin regateos ni reservas. En medio de guerras letales resultado de
los egoísmos y de la misma estupidez que encontramos en el maniqueísmo y la
ambición, no será el temor lo que nos
cuide más sino el amor por una vida mancomunada, aplicando una épica que sin
violencia logre la conversión del mal en bien y aporte seguridad y autodefensa
de la vida propia y la de nuestra especie.
Esta pandemia conmociona a todos
los habitantes del planeta Gaia, aproximadamente 8,000 millones. Estamos mayoritariamente
envueltos en un sistema neoliberal que desde la década de los años 80 viene
explotando naturaleza y sociedad a través de las instituciones del Estado y del
Mercado. Estas han sometido a las poblaciones a la división
privilegio/marginación, que repite de nuevas maneras lo que las guerras no han
logrado desaparecer jamás.
Como señala Franco Berardi
‘Bifo’, hay dos caminos: O salimos de esta crisis más “solos, agresivos y
competitivos” o salimos “con gran deseo de abrazar, de solidaridad social, de
contacto, de igualdad”… O tendremos una sociedad destruida en su competencia
egoísta o una sociedad solidaria, recreada y capaz de abrazarse
En LA OTRA Bolsa de Valores (1990-2000) abogamos por distinguir las
pequeñas iniciativas de la gente por vivir de manera digna ante los grandes
proyectos generados por las instituciones triunfales en el siglo XX, ya fueren
capitalistas (occidente) o socialistas (oriente). Nuestra corriente prosperó
mucho tras los movimientos del 1968 que cuestionaron la guerra de Vietnam así
como espectáculos enajenantes propiciado por los medios de comunicación.
Desde entonces decimos que hay tres valores importantes que hay que
fomentar con la gente consciente: Identidad, Seguridad y Sostenibilidad. Una identidad lograda por su
fusión con aquellos ecosistemas que le garantizan la vida desde la cuna
(matrias) y sus valores primigenios; una seguridad garantizada por autodefensas
ante los agentes explotadores y agresores; una sostenibilidad utilizando
memorias de valor (dineros comunitario) que facilitan los intercambios de
satisfactores sin depender de un dinero endeudador, arbitrario y acumulativo.
Es clave el concepto de
Ecosistema para mirar las
mismas regiones con nuevos ojos. Como propone Enrique Leff[3],
deconstruir la racionalidad actual en favor de otra racionalidad ecológica. Esta nueva forma de entender y concebirnos en
el mundo tendrá que privilegiar los
límites establecidos por la naturaleza, concebir la vida social arraigada a las
extensiones propias de un ecosistema.
El ecosistema no lo buscamos en
conceptos teóricos determinísticos, porque no se puede ni se debe separar a la
comunidad biológica de la comunidad humana. El ecosistema es complejo y
caótico, diverso en cualidades y escalas, inacabado e imperfecto; es un
continuo proceso donde se va tomando conciencia del habitar, las posibilidades
y límites de la vida humana que busca
reequilibrarse con su Espacio, Tiempo y Energía.
Esta visión ha implicado tres décadas de labor dentro y fuera del país y
que nos ha permitido reconocer, a escala micro, miles de experiencias
comunitarias, sin fronteras nacionalistas, que hoy se encuentran amenazadas ante los
aislamientos que las autoridades gubernamentales están recomendando y hasta
imponiendo mediante prohibición de convivencias y hasta posibles toques de
queda y estados de excepción.
En estas líneas nos limitamos a
proceso ubicados en una de la megalopolis más problemática del mundo. Encontrar
ecosistemas en la Ciudad de México podría parecer una tarea imposible, dada la
desquiciada lógica de crecimiento oprimiendo cualquier forma de vida. Tendremos
que avizorar las posibilidades ecosistémicas a partir del deseo de existir, del
devenir creativo de mujeres y hombres que transgeneracionalmente luchan por
mantener la vida en sus lugares.
Algunos ejemplos de experiencias
ecosistémicas autonómicas en la Cuenca
el Valle de México y sus alrededores:
-
Casa Armaluz, Cuajimalpa. Espacio ecológico con un enfoque en la cosecha de agua y
sus diversos usos (cultivo de alga espirulina, cultivo de langostino, riego de
bosque demostrativo, lago de patos con producción de huevo). Acompaña a cinco
pueblos originarios buscando generar mecanismos de autodeterminación de su
territorio. Arturo Caballero.
-Cooperativa Palo Alto. Cooperativa de vivienda
histórica resistiendo ante el gran capital concentrado en Santa Fe. Luis
Marques
-Asamblea de los Pueblo Originarios del sur de la Cuenca del Valle de
México. Exigen el reconocimiento y respeto en la
autodeterminación de sus comunidades para detener y revertir el despojo,
contaminación y explotación. Luis Bustamante.
-Xochicalli in teotl, San Lucas Xochimanca. Una experiencia de
soberanía alimentaria donde se mantiene un invernadero, una granja productora
de humus de lombriz y una huerta de autosuficiencia. Alán López
-San Pedro Atlapulco. Comunidad otomí rescatando salud natural, siembra
de Milpa, filosofía otomí y ensayos de intercambio y moneda comunitaria.
Roberto Villa.
-Huerta Vida Digna, Zoyatzingo, Amecameca. Una filosofía integral de
convivencia y producción con animales. Produce huevos de gallina, pato, hongos
setas y una huerta de autosuficiencia. Víctor Bernal
-
- Huerto Tlatelolco. La asociación Cultiva Ciudad mantiene este
espacio dando diversos talleres, cultivando alimentos variados donde las
familias pueden ir a cosechar sus propias verduras. Gabriela Vargas
- Huerto Roma Verde. Un espacio referencia para talleres, charlas,
exposiciones, actividades artísticas con
temática ecológica. Piero Barandarian
- Huerto Narnia. Espacio verde rescatado entre el comercio voraz
de un Waltmart, fomentan con charlas, talleres y actividades ecológicas.
- Huerto Azcapotzalco. Al norte
de la ciudad mantienen cultivos de diferentes variedades de hortalizas y
realizan baños de temazcal. Claudia Chávez
- Verde Santa María. Huerto urbano en la azotea de una vieja casa en
Santa María la Ribera, además cultiva alga espirulina y realizan una gran
cantidad de productos de higiene, cosmética natural y salud. Claudia Chávez
- Casa Gallina. Realizan diversas actividades para fomentar las
buenas relaciones vecinales. Tienen un huerto en el interior, ofrecen espacios
de convivencia para vecinos, charlas, proyecciones de película y un espacio donde
se prestan herramientas, instrumentos, etc. Josefa Ortega
- Multitrueke Mixiuhca, centro de
la ciudad de México. Diez años usando una moneda comunitaria, creando una
comunidad interdependiente de prosumidores. Janice Alva, Tavo Mejía
- Casa de las Sábilas, Nezahualcóyotl. Espacio de encuentros solidarios
donde utilizan para los intercambios una moneda comunitaria llamada “sábila”.
Gilda Gallegos
- Cuajisol, Cuajimalpa. Circuito económico solidario en el
poniente de la ciudad. Juana Recinos
- Diversas experiencias de salud femenina, comunitaria y tradicional, se reúnen
en círculos de salud o dando charlas y talleres a comunidades o en brigadas de
salud. Demetria Cano, Ema Villanueva y Cristina Lavalle.
- Escuelita. Espacio de estudio, reflexión y praxis, cuenta
con una amplia y diversa biblioteca y hemeroteca transdiciplinaria. Ofrece
conversatorios, talleres y charlas presenciales y en internet. Claudia
Caballero y Luis Lopezllera. Tláloc 40 int 3,
Col. Tlapana, Alcaldía Miguel Hidalgo, a dos cuadras del metro Nornal. Tel 67
29 14 51
Necesitamos encontrar
alternativas que nos permitan sortear los pronósticos de pocos o muchos meses
de protocolos que procuran que todos nos
aislemos para que, luego de ser controlada la pandemia, todo siga igual…aprendamos
a distinguir ecosistemas, en el mundo, en nuestra región y en nuestras ciudades
y poblados. Adoptemos lemas como “Solitarios no, Solidarios si”.
La iniciativa del Ecomún forma un
tejido, un “rizoma” a partir de la creación de un vale que transforma el dinero
capitalista, tóxico en un dinero comunitario, abono para las experiencias
ecosistémicas. Además promueve el intercambio entre “prosumidores” conscientes
de la necesidad de una profunda transformación humana. Transformación o
conversión, que se lleva a cabo a partir del acto de compartir, de ofrecer lo
necesario (tiempo, dedicación, espacios, dinero) de comprometerse enteramente
con una sociedad consciente.
Esta es una invitación a dialogar conjuntamente, a involucrarse
prácticamente… Les seguiremos provocando en próximas entregas con más elementos para
reflexionar, a sabiendas que después de esta crisis desatada por el
coronavirus… el mundo no será igual, ¿será
esta una oportunidad para que emerja lo mejor de cada quien y cambiar de raíz el sistema que nos destruye?
Ciudad de México, Abril 3, 2020.
[3]
Leff, Enrique. “Ecología Política. De la deconstrucción del capital a la
territorialización de la vida”. SXXI, México 2019
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