Claudia Caballero
Felice Casorati "Concierto"
Pero dentro de la
creación de una vida autogestiva falta la reflexión sobre un
elemento
fundamental: las relaciones afectivas. Históricamente el amor
ha quedado
idealizado por canciones y encapsulado en instituciones como el
matrimonio y la familia.
Poco se ha reflexionado como un elemento esencial en las
relaciones políticas y
económicas, de esta manera queda desvinculada la vida íntima y
doméstica con la
transformación social y la creación de otros mundos posible.
Históricamente han
existido corrientes que han puesto su atención en la represión
sexual, la
familia como instrumento para la perpetuación de una sociedad
explotadora y
capitalista o bien como núcleo generador de malestar. El
movimiento feminista
en su larga trayectoria, con sus múltiples facetas ha
declarado que lo íntimo
es político para hablar del malestar afectivo en el que nos
encontramos. Ha
habido mujeres y hombres valientes que han decidido
desmitificar el matrimonio
y la familia abiertamente en escritos, conferencias y en su
vida personal. Admirables
son Ema Goldman, Aleandra Kolontai, Simone de Beavoir, Lou
Andreas Salome, Dora
Black, Marilyn Ferguson.
Nuestra capacidad de amar
está orientada por los roles que asumimos frente a otras
personas, estamos
condicionados a amar y relacionarnos con las personas de
acuerdo a las
funciones afectivas que ejercemos para el sistema dominante.
Aprendemos como
debemos amar a un hijo o hija, cual es la forma correcta de
amar a una pareja,
a los padres, a los amigos, a los vecinos, etc. Estas formas
de amar van
configurando nuestra manera de vivir, con quien cohabitamos,
con quien
dormimos, comemos, trabajamos; a quien ofrecemos tiempo y a
quien lo
restringimos, a quien cuidamos y de quien nos despreocupamos;
de quien
esperamos recibir regalos, dones o incluso herencias, etc. Estos afectos habituados
e irreflexivos van
configurando una cotidianidad incuestionable, que por lo
general ocasiona más
malestar que satisfacciones (no profundizaré en los múltiples
casos de
violencia familiar, los divorcios y separaciones dolorosas, el
desentendimiento
entre padres e hijos, la neurosis de muchas parejas, la
soledad de madres
incapaces de trabajar y cuidar de la familia, los hijos
educados por las
pantallas, los ancianos en soledad, etc.).
Toda institución que
busca perpetuar un sistema, se impone impidiendo la diversidad
y la disidencia.
El modelo de matrimonio como núcleo de la familia que a su vez
es núcleo de la
sociedad ha impregnado nuestro ser a tal punto que no hemos
podido crear
modelos alternativos de relaciones afectivas. La caída del muro de Berlin
significó para la
sociedad occidental el fin de las grandes utopías; las
generaciones que siguieron
no soñaban con ser parte del partido comunista, ni con el
levantamiento de la
clase obrera para conseguir el poder, tampoco pensamos en
crear comunas. El
triunfo del neoliberalismo fue absoluto, nos asumimos como
células consumistas
que para garantizar su dependencia al mercado tienen que ser
lo suficientemente
reducidas, así se adoptó incuestionablemente el esquema de
familia nuclear,
pareja o individuo. La
libertad se
volvió el valor preponderante, la mujer podía acceder al
mercado ya sea
trabajando o consumiendo, al fin estaba liberada de la
esclavitud de la familia
gracias a las lavadoras, la comida rápida, los hornos de
microondas. Con
anticonceptivos podía tener varias parejas sexuales e incluso
la posibilidad de
decidir no ser madre o madre soltera. Palabras como unión
libre aparecieron en
formularios de dependencias burocráticas. La diversidad sexual
gano terreno
reconociendo legalmente el derecho al matrimonio a parejas
homosexuales. Las
redes sociales virtuales nos permitieron tener 500, 1000
amigos de un solo
vistazo en una pantalla, conectándonos y desconectándonos en
relaciones
intermitente a distancias. Aparentemente hemos llegado a una
sociedad de
libertad, tolerancia y múltiples posibilidades para generar
relaciones
afectivas. Pero entonces ¿porque vivimos la soledad como vacío
existencial?, ¿porque
el amplio desentendimiento entre hombres y mujeres?, ¿porque
tanta violencia
que se manifiesta en las graves cifras de feminicidios?,
porque nos cuesta
trabajo amar sin egoísmo y sin poder sobre el otro.
Soy
parte de un proceso de creación de
alternativas al capitalismo, queremos vivir diferente, sin
complicidad con la
explotación de la naturaleza y los seres que la habitan;
dándole sentido a
nuestra existencia en un mundo colapsado y rescatando los
valores humanos que
podrían salvarnos de una catástrofe ecológica. Aprender a
vivir juntos, a
amarnos generosa y libremente, a ser compañeros de vida es
indispensable para
frenar la violencia, la guerra, la enajenación de los medios
virtuales y del
dinero. Es hablar del amor encarnado en relaciones
sociales, en la manera en
que convivimos diariamente. Por eso me gustaría provocar la
reflexión a
imaginar distintas formas de relacionarnos afectivamente.
Galeano dice que la
utopía nos sirve para caminar. Más que un nuevo modelo de
relaciones que
presuma ser mejor de lo que hoy tenemos, creo que hay que
esbozar
elementos que nos
pueden ayudar a
imaginar y comenzar a vivir otras formas de relacionarnos
afectivamente:
- · Reconocer que cada relación afectiva es singular y única, en donde estarán presentes en distinto grado componentes eróticos, de sororidad, complicidad, intimidad, cuidado, etc. De los modeladoras relaciones de esposos o padres pasamos a una complejidad de relaciones afectivas que nos harán ver más auténticamente a cada ser, comprenderlo y aumentar la empatía.
- · El sistema dominante nos ha enseñado a amar lo que es nuestro, pervirtiendo el amor con la propiedad privada, ejemplos hay muchos desde bienes materiales como casas o coches hasta personas como hijos o parejas. Superar la privacidad del amor es expandirlo.
- · El amor por principio tiene que ser libre, pero que gran confusión cuando la libertad se asocia con descuido y despreocupación. Hace falta entablar compromiso con los otros, que no sean represivos, ni restringidos, sino que surjan de la voluntad y afecto perdurable.
- · Abrir la intimidad. El pudor excesivo, la vergüenza moral nos aíslan al desdoblarnos en personas para otros y personas para sí mismos. El miedo a ser juzgados a no ser entendidos, al reproche social nos hace tener reservas en la comunicación con los demás y a vivir amistades superficiales o incompletas.
- · Disposición para resolver los problemas personales en compañía de los otros. Cuidado de los niños, ayuda con enfermedades físicas o emocionales, compartir espacios de vida doméstica como la comida, el descanso, el arreglo del hogar y las labores domésticas.
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