Claudia Caballero
Notas del libro "Desmontando la Cultura de la Monogamia" de Na Pai
El principal objetivo de este libro no es cuestionar la monogamia per se,
la intención fundamental es cuestionar nuestra cultura monógama, que no nos
deja otra opción que la monogamia.
Si entendemos que aquí estamos debatiendo varias ideas sobre las
relaciones, sin ánimo de atacar ni menospreciar a nadie ni su forma de
relacionarse, entonces quizás es posible distanciarnos de nuestras ideas y
valorarlas más objetivamente—y, quizás, incluso ¡valorar positivamente nuevas y
extrañas ideas sobre otras formas de relacionarnos!
También quisiera romper con la concepción binarista de las relaciones
afectivo-sexuales, como si sólo hubiera dos modalidades posibles y
contrapuestas: la monogamia o la poligamia. Con esta visión tan limitada y
reduccionista, es fácil que si cuestionamos la monogamia nos acusen de estar a
favor de la poligamia, nada más lejos de la realidad. Entiendo que monogamia y
poligamia son tan sólo dos modelos entre muchísimos otros; cada cultura, en
cada lugar y cada momento histórico determinado ha tenido su propio modelo.
Históricamente, la cultura monógama ha sido inherente a un sistema de
organización social patriarcal en el que cumple la función de constituir
proyectos económicos estables y de por vida, para reproducir y criar hijos
legítimos a quiénes transmitir el estatus social y la propiedad privada, a fin
de reproducir el orden y jerarquía social existente. Paralelamente al auge del
estado y mercado capitalista, la cultura monógama pierde gradualmente su
función económica y familiar, y pasa a cumplir una función de satisfacción
afectiva y sexual de los individuos de acuerdo con el ideal de amor romántico,
desligándose de su carácter vitalicio
Rompiendo el
silencio
Generalmente se considera que las relaciones afectivo-sexuales pertenecen a
la vida privada de los individuos y, por tanto, son algo que forma parte de la
libre elección de cada individuo. Todos los efectos negativos que produce la
cultura monógama son tratados como problemas personales y, para justificarlos,
a menudo se alega una falta de madurez emocional. La respuesta son fórmulas
para adaptarnos mejor, descartando cualquier alternativa posible.
Sobre la abierta aceptación social de
la cultura monógama
La represión, problemas psicológicos, violencia... que produce el machismo
y la homofobia son rechazados categóricamente por sexólogos, expertos en
políticas de género, articulistas y tertulianos varios. En contraposición,
estas mismas problemáticas pero, con la cultura monógama como causa, siguen
plenamente normalizadas y aceptadas en cualquier ámbito y expresión cultural de
nuestra sociedad.
Cuando una relación monógama pasa por una “crisis” o se rompe, es posible
que ambos miembros de la relación vivan dramas emocionales y trastornos
psicológicos que se aceptan de forma natural como consecuencia lógica e
intrínseca del amor. La represión sexual que conlleva la exclusividad sexual
propia de la cultura monógama, no es tan sólo legitimada, sino que incluso es
motivo de exaltación como símbolo de fidelidad. En esta cultura tampoco es
extraño elogiar los celos o incluso el sentimiento de posesividad identificado
cómo muestras de amor.
Problemáticas
sentimentales de la monogamia romántica
La actual cultura monógama ligada al ideal de amor romántico promueve
algunos sentimientos de carácter negativo que a menudo se entremezclan y se
retroalimentan:
Los celos son un sentimiento que experimentamos instintivamente desde muy
pequeñas. En nuestra cultura monógama, sentimos celos cada vez que percibimos
que algún intruso puede despojarnos de nuestra pareja. En el caso de que tu
pareja conozca una persona con quien comparta afecto y atracción sexual, deberá
elegir entre esta persona o tú. No se contempla la posibilidad de mantener
ambas relaciones al mismo tiempo. Por eso nos sentimos tan celosas si
descubrimos que nuestra pareja tiene un amante. Este amante se convierte en una
potencial amenaza para la continuidad de nuestra relación de pareja.
Lo apostamos todo a una sola carta; dedicamos la mayor parte de nuestro
afecto, nuestro apoyo, nuestra afinidad, nuestros proyectos de futuro... a una
sola persona: nuestra pareja. Es por ello que si se rompe esta relación debido
a que un amante intruso nos roba la pareja, se derrumba todo nuestro proyecto
de vida
En tercer lugar, tenemos la baja autoestima fomentada por la idea de que
una sola persona puede satisfacer todas las necesidades sexuales y afectivas de
otra persona para toda la vida. A partir de aquí, es fácil infravalorarse, ya
que nadie es perfecto para su pareja.
Afortunadamente, los celos, las inseguridades, la baja autoestima y las
frustraciones no son sentimientos insuperables. Somos capaces de trabajar sobre
estos sentimientos para reducirlos a su mínima expresión. Somos capaces de
construir un nuevo imaginario colectivo en el que el amor y el sexo no son
productos exclusivos ni excluyentes, sino que es posible y saludable
compartirlos.
Violencia
monógama
Tendemos a descargar toda nuestra rabia contra los maltratadores, pero por
mucho que intentemos desterrarlos, si no confrontamos la cultura de la
monogamia siempre seguirá habiendo maltrato y maltratadores. Maltratadores y
víctimas son dos roles complementarios e intrínsecos a un mismo modelo de
relación. Más a menudo de lo que pensamos estos roles se intercambian, y esto
por no decir que hay victimismos que también maltratan. La raíz del problema no
son los maltratadores—no hay personas malas de per se, sino nuestro modelo de
relaciones hegemónico que permite que la
violencia y el maltrato se desarrolle impunemente.
El determinismo emocional no existe
No existe el determinismo emocional; las personas somos capaces de educar y
crecer emocionalmente, cultivando los sentimientos positivos (alegría,
confianza, amor) y rechazando los negativos (celos, miedo, baja autoestima,
odio) en nuestras relaciones personales. Nuestros sentimientos están
condicionados en gran medida por la cultura en la que estamos inmersas y pueden
ser manipulados por los poderes fácticos a través de su sistema propagandístico
(educación, mass media...), para que sirvan a sus propios intereses. Esto es
bastante evidente con los sentimientos de inseguridad, miedo y odio, los cuales
son manipulados para promover el consumismo, el recorte de derechos y
libertades o el apoyo a intervenciones militares.
Desmontando los celos
Los celos son una de las más grandes trabas a abrir relaciones fuera de la monogamia.
La nociva experiencia de celos nos empuja hacia la monogamia—la idea es: “con
un firme pacto de exclusividad sexual no tendré que sufrir por sentir celos”.
Pero en realidad, esto es un pez que se muerde la cola: es la misma cultura de
la monogamia que promueve los celos que nos hace desear la monogamia con lo cual
establecemos relaciones monógamas que fundamentan la cultura de la monogamia.
Considero que los celos no son un único sentimiento sino todo un conjunto
de emociones (principalmente inseguridad, disgusto y rabia) que sentimos cuando
percibimos una situación de amenaza, injusticia o traición por la posibilidad
de que alguien nos algo que. De la sensación de amenaza vienen los sentimientos
de inseguridad, miedo, y ansiedad; del sentimiento de injusticia o traición
viene la humillación, el disgusto y la rabia hacia la persona que nos ha
desprovisto de lo que queremos. Como bien sabemos, todo ello puede degenerar en
conductas agresivas y violentas.
Para hacer frente a los celos hay dos puntos básicos: 1. trabajar la
confianza en nuestras relaciones para que no podamos sentirnos amenazadas en
ningún momento y establecer pactos que realmente podamos cumplir ambos miembros
de la relación para después no sentirnos tratadas injustamente o traicionadas.
Las relaciones abiertas son el mejor remedio a los celos, nos ofrecen un
espacio de total confianza, sin reglas ni expectativas desmesuradas donde el
auténtico deseo es el eje de cada relación.
La teoría es simple: si realmente quieres a una persona, querrás que sea lo
más libre y feliz, él es feliz cuando se relaciona libremente con otros y estas
relaciones son compatibles con la vuestra, así que no suponen ninguna amenaza.
Lamentablemente al llevar esta bonita teoría a la práctica en un país monógamo
como el nuestro, se vuelve difícil.
¿Hay alternativas
a la monogamia?
Quizás el mayor inconveniente a la hora de superar la cultura monógama es
la incapacidad de imaginar modelos de relaciones afectivas y sexuales
alternativos a la monogamia.
Es lógico, ya que prácticamente no tenemos otros referentes.
Ningún modelo universal se puede adaptar a las necesidades individuales de
todos los individuos, lo ideal sería la ausencia de modelos establecidos que normativicen
como debemos relacionarnos. Pero esto no significa la aceptación acrítica de cualquier
tipo de relación: aspiramos a construir un mundo sin relaciones opresivas, ni
posesivas, ni cerradas.
Relaciones abiertas. De
la dependencia a la amistad
Una buena manera de entender qué son y cómo funcionan las relaciones
abiertas es fijándose en cómo funcionan las de amistad. Las relaciones de
amistad suelen ser las relaciones más libres y saludables porque son las menos
pautadas y reguladas así que nos ofrecen un buen modelo del cual aprender y
aplicar a las relaciones afectivo-sexuales.
No necesitamos jerarquizar las relaciones tan exageradamente, como si sólo
se pudiera tener una persona realmente importante en nuestra vida—la pareja-.
Si bien valoramos mucho y nos parecen muy importantes los momentos que
compartimos íntimamente con un amigo, en los que podemos sincerarnos y
explayarnos con mucha más facilidad, no por ello valoramos menos o nos parecen
menos importantes las relaciones de amistad de carácter más colectivo.
Una relación ideal o saludable se encuentra en el equilibrio entre la
dependencia total—como cuando dependemos totalmente de una sola persona y se
crea una presión muy grande—y la independencia total—como cuando la relación es
tan superficial que nos importa poco lo que le pueda pasar a la otra persona.
No hay libertad
sin seguridad
Las personas necesitamos sentirnos libres, pero antes que libres
necesitamos sentirnos seguras: seguras económicamente, seguras ante las
adversidades. Parece ser que nos condiciona más el miedo a la pérdida que el
deleite por las posibles ganancias, en otras palabras, nadie apostará por unas
relaciones más libres si con ellas se pone en riesgo su confort.
El sentimiento de comunidad ha sido destruido a costa de la desconfianza y
el egoísmo consumista. En las zonas masificadas donde vivimos cuesta confiar o
ser generoso con alguien de fuera de casa, porque sólo para empezar, la gran
mayoría de la gente nos es desconocida. Si pretendemos construir unas relaciones
más libres, tenemos que empezar por restablecer la comunidad, construir unas
relaciones económicas de apoyo mutuo que vayan más allá de la pareja y la
familia nuclear.
La preeminencia de lo
económico sobre lo afectivo-sexual
La monogamia es un modelo que ofrece un mayor rendimiento económico debido
a que limita el altruismo y la reciprocidad dentro de pequeños núcleos
familiares de exclusividad afectivo-sexual mientras que promueve la posesividad
y la competencia debido al afán de beneficio para la propia familia y la acumulación de riqueza a través del
sistema de herencia, generación tras generación. Una sociedad segregada en
pequeños y estables núcleos económicos familiares, posibilita una organización
económica más jerárquica y eficiente, y, por lo tanto, más productiva, más
acomodada económicamente
De la propiedad a la
comunidad
En definitiva, una revolución sexual y afectiva sólo se puede dar en
paralelo a una revolución económica. El amor libre sólo es posible en una
sociedad donde nos podamos sentir seguras no a través de lo que poseemos (ya
sea la casa, el coche o la pareja) sino a través de un sentimiento de
pertenencia a una comunidad de apoyo mutuo en la que poder sentirse amparadas y
apoyadas en todo momento.
Si compartiéramos colectivamente la propiedad de la tierra, el amor y el
sexo, ya no tendríamos que competir por acceder, y estos bienes escasos y
difíciles de obtener se convertirían en bienes comunes y al alcance de todos.
Si en vez de propiedad privada existiera propiedad de uso—la tierra para quien
la trabaja, el amor para quien lo cultiva—, nadie podría explotar a nadie ni a
nivel económico ni afectivo
Unas relaciones más libres con más tiempo libre conllevan menos rendimiento
económico, menos riqueza material, pero eso no significa necesariamente una
vida menos feliz.
Tan pronto disponemos de lo básico para vivir, nuestra felicidad no depende
tanto de nuestra riqueza material como de la calidad de nuestras relaciones.
Nos hace falta reequilibrar esta gran cantidad de tiempo que malgastamos
trabajando y consumiendo con el poco tiempo que dedicamos a jugar, cuidarnos, y
relacionarnos más libremente. Hace falta cambiar el miedo a perder lo que
poseemos por la alegría de compartirnos a nosotros y lo que construimos juntas.
Significa pasar del poseer al compartir, de la propiedad a la comunidad
Del activismo al
anticapitalismo
Para que el anticapitalismo sea real, son necesarios algunos requisitos fundamentales:
para empezar, no puede ser únicamente una ideología, una estética o una afición
por algunas horas de “tiempo libre”, también debería ser una práctica coherente
que se refleje en todos los ámbitos de nuestras vidas (la alimentación, la
vivienda, la tecnología, las relaciones ...).
Debería ser un movimiento de base y horizontal, sin vanguardias ni
paternalismos, es decir, un movimiento que nazca en el individuo y que se
extienda gradualmente en la escala grupal no podemos pretender cambiar la sociedad
si no somos capaces de cambiar nuestras propias vidas! Esto significa construir
comunidades cooperativas y sostenibles. No es posible hundir el capitalismo
desde dentro sin derrumbarse a ti misma—no se puede no querer el sistema del
que se depende.
Puesto que el presente es el único momento que podemos experimentar, no
podemos aplazar el anticapitalismo para otro día. Ahora es el mejor momento
para empezar a vivir como queremos vivir.
Para consultar el libro completo:
https://distribuidorapeligrosidadsocial.files.wordpress.com/2011/11/desmontando-la-cultura-de-la-monogamia-3-0.pdf
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